Consagrar este mes a Nuestra Madre María
Consagrar este mes a Mamita María
Reflexionemos sobre algo importante Jesús quiere incluirnos a todos en su obra de salvación. Aunque todos son llamados a echar una mano en la gran obra de salvación, no todos tienen el mismo papel. Entre los diversos papeles asignados por Dios a sus hijos, uno es radicalmente más importante que los demás: el papel de María.
Así como hace unos dos mil años su papel fue dar a luz a Cristo, alimentarlo, cuidarlo y ayudarlo a avanzar hacia la madurez, así también desde el momento que dio su primer “sí” a ser la madre de Jesús hasta el fin de los tiempos, el papel de María es dar a luz espiritualmente a los cristianos, alimentándolos y cuidándolos con gracia, y ayudándolos a alcanzar la plena madurez en Cristo.
Por lo tanto, cada persona es invitada a descansar en el vientre de María y a ser ahí transformada más perfectamente, por el poder del Espíritu Santo, en imagen de Cristo.
Así es, si queremos ser transformados más plenamente en Cristo, necesitamos pertenecer más plenamente a María. Al acercarnos a ella y permanecer con ella, le permitimos cumplir su misión en nosotros. Le permitimos transformarnos en otros Cristos, en grandes santos.
Pero ¿Cómo pertenecemos más plenamente a María y cómo le permitimos cumplir su misión en nosotros? Es sencillo. Decimos “sí”, tal como ella. Y cuanto más firme es nuestro “sí” a María, más alegre se pone. Pues nuestro “sí” le da la libertad de realizar su trabajo en nosotros, la libertad de transformarnos en grandes santos.
Uno de los más grandes aspectos de la consagración a María es su dulzura de Madre. Convierte las lecciones de la Cruz en algo dulce, y derrama su amor y consuelo materno sobre cada herida nuestra. Acudir a ella y darle permiso para realizar su obra es realmente “el medio más seguro, más fácil, más corto y el más perfecto camino” a la santidad.
¡Qué alegría es ser consagrados a Jesús por María!