Santa Teresa de Jesús La Oración Mental: Modo de hacer la oración
Santa Teresa de Jesús Modo de hacer La Oración Mental
Como la oración es ejercicio de amor, se hace oración amando. El que ora ama. De cualquier modo que se ejercite el amor, se vivirá la oración y se hará oración. Pero llamamos oración mental ordinariamente el tiempo en que el alma, desentendida de todas las demás ocupaciones, está recogida con Dios a solas; está atenta, mirándole, conversando, tratando todas sus cosas, pidiéndole; está atenta a Dios en silencio, escuchándole, dándose cuenta de que está con El, de que Dios está con ella, dentro de ella o envolviéndola, y está con amor; o se mira con Jesús y junto a Jesús; o está el alma discurriendo o pensando sobre las verdades u obras de Dios con relación a Dios y a la misma alma, con pensamiento amoroso y cooperando en ello la imaginación.
O está mirando a Dios sencilla y amorosamente como Dios suyo y omnipotente, acompañando a Dios, viéndose envuelta y sumergida en Dios, luz, amor y bondad. Como la esponja empapada en Dios y llena de Dios (Reí., 49). Como el cristal iluminado lleno de luz y hecho luz con la luz.
Expresándolo más concretamente, digo que la oración mental es el acto en que el alma está sola con Dios a solas, atenta a Dios, alabándole, amándole y pidiéndole su amor, desentendida y retirada de toda otra ocupación.
Santa Teresa dice:
Pensar y entender qué hablamos y con quién hablamos, y quién somos los que osamos hablar con tan gran Señor; pensar esto y otras cosas semejantes de lo poco que le hemos servido y lo mucho que estamos obligados a servir, es oración mental, no penséis es otra algarabía, ni os espante el nombre (Camino, 25, 3). Parecíame estar metido y lleno de aquella majestad (Vida, 40, 1).
Para enseñar a hacer más fácilmente y mejor oración se ha explicado y aún se explica un método muy racional y muy lógico, que es dividir la oración en partes, como quien va a componer un discurso. En todos los autores desde hace varios siglos se exponían las partes sustanciales de la oración con pequeñas variantes, intentando facilitarlas conmás subdivisiones y aplicaciones. Llamaban y llaman a esas partes preparación, lección, meditación, contemplación, petición, acción de gracias y conclusión. No quiero ahora hacer ni mención de las subdivisiones ni de los preludios y ramilletes.
En mi concepto eran muy útiles esas instrucciones. Eran fruto de la experiencia y un método muy pedagógico, aun cuando el amor de Dios y el modo de avivar ese amor no pueda encerrarse ni en métodos, ni en reglas, ni aun en razonamientos.
Sólo Dios le da, pero nos manda pongamos lo que está de nuestra parte en prepararnos a recibirlo. Confío en que estas divisiones y reglas continuarán siendo muy útiles para muchos en los tiempos venideros. Hoy se dice que ya no es oportuno ese método y no tienen aceptación esas enseñanzas un tanto complicadas, y por no ser el método agradable se desestima y hasta se rehúye la oración misma.
Aun cuando no participe de esta opinión, es cierto que muchos no se sirven de ese método para hacer oración ni aun en los principios. Los métodos para aprender cualquier arte o cualquier ciencia siempre se hacen enojosos, pero son muy convenientes.
Pensando cómo hacían oración los santos y las almas de oración veo en ellos otro modo de hacer la aun desde los principios, modo mucho más sencillo, y como no tiene complicación ninguna, facilita en gran manera la oración a cuantos deseen empezar a hacerla o continuar haciéndola; pero aunque exige menos ejercicio de memoria, es imprescindible mayor atención interior, más recogimiento y más limpieza de conciencia.
No es invención mía ni es novedad de hoy. Es modo muy antiguo que no envejece. Lo usaron los santos de siglos pasados y será siempre el mejor medio y el más rápido para llegar a la oración perfecta con virtudes; es atajo muy deleitoso para llegar a la unión de amor con Dios.
Yo pretendo exponer este modo como lo usó y enseñó Santa Teresa de Jesús y frecuentemente con sus mismas palabras. No cabe dudar de la eficacia de este modo de hacer oración estudiando a la Santa, sus virtudes, el encanto de su trato con las personas y mirando a aquellas primeras Carmelitas hijas y discípulas suyas, formadas por ella. Fueron almas santas y de muy alta y continua oración.
No creo que Santa Teresa practicase el método de las partes de la oración y sus divisiones para aprender a hacer oración ni que enseñase ese modo a las primeras Carmelitas Descalzas. No lo menciona ni en su Vida ni en el Camino de perfección, que escribió a petición de ellas para enseñarlas a hacer oración mental desde los principios hasta la contemplación. De estos dos libros principalmente tomaré yo la doctrina y el método que voy a exponer.