Buscar tus Oraciones

Santa Teresa de Jesús La Oración Mental

 


Santa Teresa de Jesús La Oración Mental


Qué es la oración mental según Santa Teresa de Jesús

Toda oración, de suyo, es ejercicio de amor a Dios y trato de amor con Dios presente, porque ya se le ama y porque se le desea amar más. Desde los primeros siglos del cristianismo se han dado muchas y buenas definiciones de la oración por santos y sabios. En todas las definiciones predomina la idea de unión del alma con Dios en amor, elevación del alma hacia Dios, trato de amor con Dios, presente.

En el siglo iv Evagrio el Póntico fue el primero que nos dejó escrito que la oración es la elevación del alma hacia Dios (Apotegmas).

Casiano, en el siglo v, escribe con esta misma idea que el monje ha huido del contacto con los hombres para ejercitarse en la conversación con Dios, ya que el fin del monje y toda la vida perfecta consiste en la perfección de la oración.

Quería que el alma se mantuviese sin cesar unida a Dios

Más claro y terminante San Juan Clímaco, en el siglo vi, escribe: La oración según su condición y naturaleza es unión del hombre con Dios (Escala, capí. XXIX).

Pero la definición que ha predominado sobre todas, aceptada por Santo Tomás, citada y divulgada por los autores espirituales, es la que dio San Juan Damasceno en el siglo vm . Dice el Santo que:

la oración es la elevación de la mente a Dios y la petición de todas las cosas convenientes (De Fidc Ort., lib. III, cap. 24).

En la Carta a los Religiosos del Monte de Dios, atribuida siempre a San Bernardo y escrita por el Abad Guillermo de Saint-Thierry, se escribe que:

la oración es el afecto con que el hombre se une a Dios en una conversación familiar y piadosa con El, y la atención que espera la luz para gozar de Dios cuanto sea posible.

Santa Teresa, que había leído sobre la oración cuantos libros estuvieron a su alcance, y cuando escribió había hecho ya mucha oración y muy íntima, dio una definición más libre, sin atender a las leyes de la lógica, pero muy expresiva, diciendo : 

No es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces tra­tando a solas con quien sabemos nos ama (Vida, 8, 5)

San Juan de la Cruz, animando al alma a tener oración íntima y de fe y confianza, dice que:

 esté con amorosa atención a Dios escuchando y mirando.

Pero en la oración se piden las cosas convenientes. Se pide y se pide con insistencia a Dios su amor. Santo Tomás dice:

 que lo que principalmente se ha de pedir a Dios en la oración es que nos una con El (Suma, II, II, q. 83, a. 1 al 2). 

Se ha de pedir la unión de amor con Dios, pues para esta unión nos ha criado y la desea hacer con todas las almas y ciertamente la haría si todas las almas se preparasen y se dejasen preparar.

Resalta claro que la oración es ejercicio de amor a Dios presente; mutuo trato de amor; Dios con el alma y el alma con Dios; trato directo, confidencial e íntimo.

Que la oración es atender a Dios, escucharle, acompañarle, saber que está el alma acompañada de Dios, hablarle, pedirle, alabarle y agradecerle.

Que la oración es para encender y avivar el amor de Dios en el alma; para entregarse el alma a Dios juntando su entendimiento y su voluntad con el entendimiento y voluntad de Dios por la atención, por la mirada, escuchándole amorosamente, esperándole.

Para que Dios transforme el alma en amor divino. 

Para que Dios una al alma en amor con El e infundiendo con el amor las virtudes, santifique al alma, endiose al alma.

La oración es lo más grande

Grande, porque lleva a la posesión de lo más grande, que es la gracia de Dios, el amor de Dios y el mismo Dios. Endiosa al alma.

Mal sobrelleva el demonio que el alma haga mortificaciones y austeridades por amor de Dios, pero lo que no puede sufrir es que haga oración y se sumerja y empape en el amor de Dios.

El alma se santifica en la oración con mortificación y con ellas, pidiendo y expiando, alcanza de Dios para todos la gracia de la conversión y de la perseverancia en fe viva

La oración mental es ejercicio de amor divino

Sólo Dios puede dar su amor a las almas. Dios es el propietario de su amor y sólo El puede disponer de su amor para darlo. Quiere darlo a las almas y las ha criado para comunicarlas su amor.

Dios llama al alma para comunicarla su amor y la guía a la soledad (Oseas, 2, 14), donde el alma ha de disponerse y prepararse vaciándose de lo que no es Dios: de lo mundano y de sí misma en su amor propio y en sus apetitos. Dios llenará el vacío. Dios la hablará al corazón.

Es Dios quien primero ama al alma. Porque la ama la crió para el cielo y porque la ama la da su amor y la llama para amar y amando poder recibir más amor.

Dios exige al alma correspondencia de amor a su llamada de amor. Si el alma corresponde con fidelidad, no dejará Dios de inundarla de su amor y de envolverla en su luz. Dios la transformará y la hará amor y luz. Dios con su amor endiosará al alma.

Dios ha criado las almas para unirlas en amor con El mismo, para comunicarlas su misma vida y hacerlas felices con su misma felicidad. Este amor es real y divino ya en la tierra por la gracia y será glorioso en el cielo cuando con la luz de la gloria vea el alma a Dios en su esencia directamente y participe de sus perfecciones gloriosas y eternas.

Jesús a todos mandó que cumpliéramos el precepto de amar a Dios con todo el corazón, con toda la mente y con todas las fuerzas (Mat., 22, 37).

Nunca el alma puede llegar a amar a Dios tanto como Dios ama al alma, ni jamás el alma se entrega a Dios tan generosamente como Dios se entrega al alma.

  • El amor es entrega y donación, y en proporción del amor es la donación y es la entrega.
  • El amor es unión o ansia de unión hasta que se obtiene y realiza.
  • El amor desea la presencia y la posesión de Dios. 
  • El amor es mirar, atender, andar y tratar con Dios presente.

En la oración el hombre mira, atiende y escu­cha a Dios presente y trata con El a solas, pidiéndole su amor y ofreciéndole el propio.

La mirada y atención a Dios, el trato amoroso con Dios y la petición a Dios de amor y de cuanto se necesita o se desea, obtienen de Dios nuevo amor y acrecientan en el alma el amor y la gracia.

Todo hemos de pedírselo a Dios y gusta el Señor se lo pidamos, como gusta el padre oír la petición del hijo; pero la principal petición que hemos de hacer a Dios es que una mi alma en amor con El, y mi más ardiente deseo, que venga su reino a mi alma. Esto agrada a Dios, como agrada al padre que su niño le pida una caricia, y es lo más provechoso para el alma.

Quien está atento a Dios y en su compañía, hace magnífica oración. Quien está con más amor en compañía de Dios, hace mejor oración, y cuando anhela estar con más silencio, con más atención, con mayor soledad y recogimiento, y vive íntimamente la humildad, hace oración muy grata al Señor.

Orar es amar y desear estar con Dios a solas amándole como si sólo Dios y el alma es tuviesen en la tierra para amarse (Santa Teresa, Vida, 13, 9).

A solas con Dios, pero con Dios están todos los ángeles y todos los bienaventurados. Con Dios está

Jesús y está la Virgen. Nunca más ni mejor acompañada que cuando el alma se pone en oración recogida sola con Dios a solas. Delicioso trato con Dios en amor íntimo; nobilísima y encantadora compañía de los ángeles y santos que la presencian y se gozan en ella alabando a Dios y al alma.

Santa Teresa escribe: Estando una vez en oración con mucho recogimiento, parecíame estar rodeada de ángeles y muy cerca de Dios (Vida, 40, 12).












@RosarioDeMarAMar

#RosarioDeMarAMar

Next Post Previous Post
No Comment
Add Comment
comment url