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El Purgatorio: Textos bíblicos

 

El Purgatorio Texto Bíblico - Aoraciones


El Purgatorio Texto Bíblico


“Buscad la paz con todos y la santificación, sin la cual nadie puede ver a Dios”

- Hebreos 12, 14

Es un estado de purificación de todas las manchas o consecuencias negativas de nuestros pecados. Es como pasar el alma por el fuego del amor de Dios. Este fuego de amor divino hace felices a los bienaventurados y, su falta, hace infelices a los condenados. Por eso, decía el teólogo Hans Urs Von Balthasar que el purgatorio es Dios que purifica, Dios perdido es el infierno y Dios poseído es el cielo.

TEXTOS BÍBLICOS

Jesús dice que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último centavo (Mt 5, 26). Ya que de toda palabra ociosa que hablen los hombres darán cuenta en el día del juicio (Mt 12, 36). Por eso, cada uno mire cómo edifica... si con oro, plata, piedras preciosas o maderas, heno, paja... Aquel cuya obra subsista recibirá el premio y aquel cuya obra sea consumida sufrirá el daño; él, sin embargo, se salvará, pero como quien pasa por el fuego (1 Co 3, 10-15).

Jesús dice que hay pecados que no se perdonarán ni en este mundo ni en el otro, dando a entender que otros sí. Dice: Quien hable contra el Espíritu Santo no será perdonado ni en este mundo ni en el otro (Mt 12, 32).

Por lo tanto, es bueno y piadoso orar por los difuntos para que sean liberados de sus pecados (2 Mc 12, 43). Porque en el cielo no puede entrar nada manchado (Ap 21, 27). Sólo los limpios de corazón, como dice Jesús, verán a Dios (Mt 5, 8).

En su Informe sobre la fe, el Cardenal Joseph Ratzinger dice: Hoy todos nos creemos tan buenos que no podemos merecer otra cosa sino el  paraíso. Esto proviene de una cultura que tiende a borrar del hombre todo sentimiento de culpa y de pecado. Alguien ha observado que las ideologías que predominan actualmente coinciden todas en una cosa fundamental: la obstinada negación del pecado, del infierno y del purgatorio... Yo digo que, si no existiera el purgatorio, habría que inventarlo. Porque hay pocas cosas tan espontáneas, tan humanas, tan universalmente extendidas, en todo tiempo y cultura, como la oración por los propios allegados difuntos.

Después de la muerte, el alma experimenta el amor de Dios con tal intensidad que siente la imperiosa necesidad de amarlo con todas sus fuerzas, pero no puede, porque está enferma por las secuelas de sus pecados y necesita purificarse. Es como un enfermo de los pulmones que quisiera respirar sin dificultad y necesita primero curarse para poder respirar a pleno pulmón. Así también el alma quiere amar a Dios con toda su capacidad y sufre, porque no puede amarlo en plenitud. Sin embargo, lo grande de todo este misterio es que la misericordia de Dios permite que los vivos puedan suplir por los difuntos y así puedan sanarse más rápidamente. Es como si les obtuviéramos la medicina adecuada que, en un instante o en poco tiempo, los curara y los purificara totalmente. O como si pagáramos su deuda de golpe (indulgencia plenaria) para que fueran directamente al cielo, o pagarla por partes para que vayan creciendo gradualmente hasta la plenitud de su amor.

Una religiosa hablaba así del purgatorio. Supongamos que un día se abre una puerta y aparece un ser espléndido y maravilloso. Nosotros nos sentimos anonadados y fascinados por su belleza y él nos dice que está locamente enamorado de nosotros. Uds. jamás han soñado poder ser amados así. Tienen gran deseo de arrojarse en sus brazos para sentir su amor, pero se dan cuenta que hace meses que no se asean y huelen mal, tienen el pelo grasiento y el vestido lleno de manchas... Y le dicen: Espere un momento y se van primero a lavarse y asearse. Pero el amor es tan intenso que cada minuto de retraso es un sufrimiento insoportable. Pues bien, el purgatorio es algo de eso, un retraso impuesto por nuestra impureza antes del abrazo pleno y definitivo con Dios. El purgatorio es como un deseo inmenso de Dios, un deseo loco de amar a Dios en plenitud, que hace sufrir lo indecible al alma que espera.

Sin embargo, podemos decir que el purgatorio no es una cárcel terrible en la cual el alma es prisionera de la venganza divina. NO. El purgatorio es una penosa purificación para hacer capaz al alma de gozar plenamente de la felicidad del paraíso ¿Quién podría decir que es cruel quitarle la pelusa del ojo a alguien para que pueda disfrutar de la belleza del paisaje? ¿Quién consideraría una crueldad el hacer tomar al enfermo de estómago una amarga medicina para que pueda disfrutar del banquete al que está invitado? El alma, en el purgatorio, es una alma enferma que necesita las medicinas de los sufragios, oraciones y misas para sanarse y ser feliz. En el purgatorio, debemos pagar hasta el más mínimo pecado y lavar la más mínima mancha. Por eso, no debemos dejar pasar fácilmente los pecados veniales, como si no tuvieran importancia. Todo pecado, hasta el más pequeño, es una imperfección y una falta de amor a Dios. Aquellos que dicen: “Con un rinconcito en el cielo me conformo”, no saben lo que dicen.

Tendrán grandes padecimientos con vivísimos deseos de hacer las buenas obras que no hicieron y verán a muchas almas a quienes han privado de sus buenas acciones. Toda pereza y todo desinterés por mejorar se convertirá en el más alláen gran tormento del alma. 


📃 Pactos para el más allá

Santa Teresa de Jesús

Estando en un colegio de la Compañía de Jesús, con los grandes trabajos que he dicho tenía algunas veces y tengo de alma y de cuerpo, estaba de suerte que aun un buen pensamiento, a mi parecer, no podía admitir. Habíase muerto aquella noche un hermano de aquella casa de la Compañía, y estando encomendándole a Dios y oyendo misa de otro padre de la Compañía por él, dióme un gran recogimiento y vile subir al cielo con mucha gloria y al Señor con él. Por particular favor entendí era ir su Majestad con él.







Fuente: “Los Santos y las almas del purgatorio”

Nihil Obstat

Padre Ricardo Rebolleda

Vicario Provincial del Perú

Agustino Recoleto

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