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San Pío de Pietrelcina ¡No lo dejes para más tarde!

 

San Pío de Pietrelcina - Aoraciones


San Pío de Pietrelcina ¡Es ahora!


El padre Pío le contó esta historia al padre Anastasio. 

«Una tarde, mientras me encontraba solo en el coro para rezar, oí un ruido y vi un joven monje de pie delante del altar mayor. Parecía que estaba limpiando los candelabros y arreglando las flores. Pensé que era el padre Leone, que preparaba el altar, y como ya era la hora de cenar, me acerqué y le dije:

“Padre Leone, vaya a cenar, no es el momento de limpiar y preparar el altar”; pero una voz, que no era la del padre Leone, me contestó: “No soy Leone”. “¿Y quién eres?”, le pregunté. “Soy un cofrade tuyo que fui novicio aquí. 

Me encargaron limpiar el altar durante mi año de noviciado. Desgraciadamente, a menudo dejé de reverenciar a Jesús cuando pasaba por delante del altar, y el Santísimo Sacramento, que está en el Tabernáculo, no fue respetado. 

Ahora, en su inmenso Amor, Dios me ha enviado aquí para que tú puedas acelerar el tiempo que me falta para ir al Paraíso. Reza por mí”. 

Creyendo ser muy generoso con esa alma sufridora, le dije: 

“Entrarás en el Paraíso mañana por la mañana, cuando celebre la Santa Misa”. 

Entonces él gritó:

 “¡Eres muy cruel!”, y llorando se marchó. Esa queja me produjo una herida en el corazón, que sentí y sentiré durante toda mi vida, ya que habría podido enviar esa alma inmediatamente al paraíso y en cambio la condené a quedarse otra noche más entre las llamas del purgatorio. 1982). 

Morí en un incendio

Una tarde, el padre Pío se encontraba en la planta baja del convento, en una habitación convertida en hospedería.

Estaba solo y acababa de acostarse en el catre cuando de pronto

se le apareció un hombre envuelto en una capa negra.

El padre Pío, sorprendido, se levantó del catre y le preguntó al hombre quién era y qué quería.

El desconocido contestó que era un alma del Purgatorio.

«Me llamo Pietro Di Mauro», dijo; «morí en un incendio el 18 de septiembre de 1908,en este convento».

Efectivamente, después de la expropiación de los bienes eclesiásticos, el convento fue convertido en una

residencia para ancianos.

«Morí entre las llamas mientras dormía en mi cama, justo en esta habitación.

Ahora vengo del Purgatorio:

Dios me ha permitido venir aquí y pedirte que ofrezcas una misa para mí, mañana por la mañana.

Gracias a esa misa estaré en condiciones de entrar en el Paraíso».

El padre Pío le prometió al hombre que ofrecería una misa por él..., pero también le dijo que deseaba acompañarle

a la puerta del convento.

Había entendido perfectamente que le estaba hablando a un difunto, así que,

cuando salieron a la plaza de la iglesia,

el hombre que estaba a su lado desapareció inmediatamente.

El Padre Pío volvió al convento algo asustado.

El padre Paolino de Casacalenda, guardián del convento, notó su nerviosismo y, tras explicarle lo que le había

pasado, pidió permiso para celebrar la Santa Misa por el alma del difunto.

Pocos días después, para comprobar la información, el padre Paolino fue al registro civil del ayuntamiento de

San Giovanni Rotondo.

Tras su petición, le concedieron consultar el registro de defunciones del año 1908.

La historia del padre Pío era cierta: en el registro de defunciones, el padre Paolino encontró que el 18 de

septiembre del 1908, en el incendio del asilo, murió Pietro DiMauro.

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