La Misericordia de Dios: Sacratísimo Corazón
La Misericordia de Dios + Sacratísimo Corazón de Jesús
“Jesús, verdad eterna, vida nuestra, te suplico e imploro tu misericordia para los pobres pecadores. Oh Sacratísimo Corazón, fuente de misericordia de donde brotan rayos de gracias inconcebibles sobre toda la raza humana. Te pido luz para los pobres pecadores. Oh Jesús, recuerda tu amarga pasión y no permitas que se pierdan almas redimidas con tan preciosa, santísima sangre tuya. Oh Jesús, cuando considero el alto precio de tu sangre, me regocijo en su inmensidad porque una sola gota habría bastado para salvar a todos los pecadores. Aunque el pecado es un abismo de maldad e ingratitud, el precio pagado por nosotros jamás podrá ser igualado. Por lo tanto, haz que cada alma confíe en la pasión del Señor y que ponga su esperanza en su misericordia. Dios no le negará su misericordia a nadie. El cielo y la tierra podrán cambiar, pero jamás se agotará la misericordia de Dios. ¡OH, qué alegría arde en mi corazón, cuando contemplo tu bondad inconcebible, oh Jesús mío! Deseo traer a todos los pecadores a tus pies para que glorifiquen tu misericordia por los siglos de los siglos”.
Las doce promesas del Sagrado Corazón de Jesús a quién sea su fiel y Devoto Seguidor
- Les daré todas las gracias necesarias para su estado de vida.
- Les daré paz a sus familias.
- Los consolaré en todas sus aflicciones.
- Seré su refugio durante la vida y sobre todo a la hora de la muerte.
- Derramaré abundantes bendiciones en todas sus empresas.
- Los pecadores encontrarán en mi Corazón un océano de misericordia.
- Las almas tibias se volverán fervorosas.
- Las almas fervorosas harán rápidos progresos en la perfección.
- Bendeciré las casas donde la imagen de mi Corazón sea expuesta y venerada.
- Otorgaré a aquellos que se ocupan de la salvación de las almas el don de mover los corazones más endurecidos.
- Grabaré para siempre en mi Corazón los nombres de aquellos que propaguen esta devoción.
- Yo te prometo, en la excesiva misericordia de mi Corazón, que su amor omnipotente concederá a todos aquellos que comulguen nueve primeros viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final: No morirán en desgracia mía, ni sin recibir sus sacramentos, y mi Corazón divino será su refugio en aquél último momento.